Ni une más: Not one more
Ni une más (Ni una más) es una creación inédita que entrelaza música, teatro y danza para amplificar las voces de las sobrevivientes de violencia sexual y de género.
Una obra nacida en colaboración con quienes han vivido estas experiencias, donde el silencio se transforma en fuerza, y el arte se convierte en una forma profunda de sanar.
Desde la balada emocional “Te recuerdo” hasta la intensidad de “Metro Asfixia”, desde la ironía punzante de “Esto no pasa en Michigan” hasta el canto desafiante “No es mi culpa”, cada pieza invita al público a recorrer un camino compartido de sanación a través del arte.
Bajo la dirección artística y musical de Pamela Ruiter-Feenstra, nominada al GRAMMY, y creada junto a las periodistas Ana Ávila y María Arce, y el atleta Tad DeLuca, Ni une más da voz a historias reales mediante composiciones originales.
Su título resuena con un clamor que se escucha en toda América Latina: un grito que enfrenta de frente al feminicidio y la violencia doméstica.
En un mundo donde la violencia de género continúa afectando comunidades a nivel local y global, Ni une más ilumina esta crisis y nos recuerda que la narración artística y las voces de las sobrevivientes pueden encender el cambio y abrir caminos hacia la recuperación colectiva.

Acto I: Ciudad de México –
del miedo al poder
El primer acto de Ni une más comienza en la Ciudad de México, donde la cultura del machismo proyecta una sombra larga y persistente.
Tras un poderoso coro inicial, la periodista Ana Ávila comparte su historia personal de abuso doméstico, del aislamiento que la envolvió y del coraje que necesitó para solicitar una orden de restricción contra su agresor.
A medida que avanza el acto, Ana y sus colegas enfrentan una realidad profundamente arraigada: el acoso y la violencia sexual que, en el bullicio del metro, tantas veces quedan impunes.
Entre el vaivén de los vagones y el ruido de la multitud, las protagonistas recuperan su voz. Se levantan juntas, con fuerza y con ternura, para decir basta.
Este acto retrata no solo la dura realidad que viven muchas mujeres en América Latina, sino también la chispa de poder que nace del acompañamiento y la acción colectiva.
Una invitación a sanar y resistir a través del arte, la memoria y la palabra compartida.


Acto II: Puerto Rico –
recordar a Andrea, redefinir la fuerza
En Puerto Rico, Ni une más toma un giro profundamente conmovedor cuando Alexandra honra la memoria de su hermana Andrea, quien fue asesinada por su expareja.
A través de una danza cargada de emoción, Alexandra revive la calidez y la alegría de su vínculo fraternal, evocando las palabras con las que Andrea solía despedirse al teléfono: “Okey, okey, te quiero. Bye.”
Hoy, esa frase resuena con amor y con ausencia, como un eco que abraza y duele al mismo tiempo.
El coro amplifica la reflexión, repitiendo primero la frase dañina “Los niños serán niños”, para transformarla luego en una pregunta poderosa: “¿Qué se necesita para ser un hombre?”
Así, esta pieza desmantela la masculinidad tóxica y revela que la verdadera fuerza se encuentra en la ternura, el valor en la escucha, y la hombría en la bondad, no en la violencia.
En una historia paralela, María, periodista que cubrió desastres naturales, enfrenta su propio huracán: una relación marcada por los celos y la violencia. Su huida se convierte en un renacer, un viaje de sanación a través de la música, la danza y el sostén de su comunidad.
Este acto entrelaza duelo, resiliencia y transformación de género, recordándonos que el arte puede desafiar las normas, despertar conciencia y abrir caminos hacia la sanación colectiva.
Acto III: Míchigan –
de la traición institucional a la solidaridad entre sobrevivientes
El tercer acto de Ni une más se desarrolla en Míchigan, donde los atletas sobrevivientes Jon Vaughn, Trinea Gonczar, Tad DeLuca y Chuck Christian relatan con valentía historias marcadas por repetidas traiciones institucionales.
Aunque fueron defraudados por los sistemas que debían protegerlos, estos sobrevivientes muestran una fuerza extraordinaria al tejer una red de apoyo profunda, sostenida en la empatía y la confianza.
El acto alcanza su punto más emotivo a través de una serie de canciones conmovedoras: la balada esperanzadora “Podemos sanar juntos”, el himno desafiante “Salve a las víctimas” y la luminosa pieza final “Buscando amor”.
Cada una se convierte en un llamado a la sanación, recordando que la solidaridad y la verdad compartida pueden abrir caminos hacia la justicia, cuando la comunidad y la música se vuelven herramientas de transformación.
En este cierre, Ni une más nos muestra que incluso las heridas más profundas pueden florecer en resiliencia, y que las personas sobrevivientes, unidas en propósito, pueden recuperar sus voces y crear, juntas, un futuro más justo.




